Ocampo Marín, Héctor1991-01-012462-845X0121-4128http://hdl.handle.net/20.500.12209/4564El alfarero que no cree en su trabajo, el pintor apático e indolente; el profesor resignado; el artista envanecido con su primer triunfo; el intelectual amargado; el científico incurioso, son personas condenadas a un nivel subyacente, a la mediocracia sombría. Una falla, no de fondo, corregible desde luego, en la estructura de la personalidad, ha malogrado al alfarero que no pudo llegar a ser ceramista; al comerciante que no ascendió a gran empresario; al profesor que no alcanzó a ser ideólogo; al artista incapaz de conquistar una fama; al científico que no abrió nuevas ventanas de luz a la humanidad.application/pdfspahttps://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0Intensidad de vida interior.info:eu-repo/semantics/openAccesshttp://purl.org/coar/access_right/c_abf2Artículo de revistaAttribution-NonCommercial 4.0 International