Velásquez Sánchez, Ximena2013-08-152462-8441http://hdl.handle.net/20.500.12209/3624En el siglo XVIII se llegó a un acuerdo común entre los críticos y conocedores del arte, relacionado con aquello que caracterizaba a las distintas prácticas artísticas. Una pregunta rondaba desde el renacimiento: ¿Qué tienen en común la danza, el teatro, la música, la pintura o el dibujo, para estar denominados bajo un mismo término? Frente al gran interrogante, la “Belleza” se eleva como bandera satisfaciendo al público y a las Academias. Parecía que el misterio se había resuelto y el término de “Bellas Artes” se difundió por el mundo con gran aceptación. Pero este acuerdo traería consigo la ira de un grupo de artistas, en particular, la de Alfred Jarry, quien a finales del siglo XIX pone en escena al polémico “Padre Ubú,” personaje de la obra de títeres Ubú Rey, quien por primera vez se atreve a pronunciar una grosería en el teatro. Los espectadores, quienes desde una actitud pasiva se habían dedicado a consumir arte como una estrategia de regocijo y de aceptación ante a un grupo social, fueron sacudidos de sus asientos para entender que una nueva estética en el arte había nacido, para señalar las debilidades, los vicios y defectos de muchos individuos.application/pdfspahttps://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0EstéticaBellas artesMerdreIrreverenciaCrítica socialEl nacimiento del Dios Salvaje.AestheticsFine artsMerdreIrreverenceSocial criticismBelas artesIrreverênciainfo:eu-repo/semantics/openAccesshttp://purl.org/coar/access_right/c_abf2Artículo de revistaThe birth of a wild God.Attribution-NonCommercial 4.0 International